18/11/21
Esta semana el Dane publicó las cifras actualizadas del PIB y la noticia es a todas luces muy buena: en el tercer trimestre de 2021, el Producto Interno Bruto de Colombia creció 13,2% respecto al mismo periodo del año anterior, lo que significa 10 puntos porcentuales más que en el mismo trimestre de 2019.
El resultado superó literalmente todas las apuestas y el desempeño de Colombia ya se destaca en la región y entre los países de la OCDE.
La noticia también es buena para el combate contra la pobreza; en Colombia, como ya lo he mencionado aquí, el crecimiento ha tenido un papel protagónico en este frente. Dicho lo anterior, y a riesgo de que me tilden de aguafiestas, quiero usar esta columna para hacer un llamado a no bajar la guardia. El golpe que nos propinó la crisis no solo fue muy fuerte, sino que lo fue más en los más pobres; por lo tanto, para reponernos de semejante puñetazo, no podemos perder de vista cómo se están distribuyendo las ganancias de la reactivación. Quiero aportar 5 aspectos sobre este punto:
Primero, el mercado laboral, que es un distribuidor de las ganancias del crecimiento, no ha reaccionado con el mismo ímpetu que el PIB: en septiembre todavía contamos en el neto, con medio millón de ocupados menos que antes de la pandemia, e incluso, dentro de este grupo, las mujeres están llevando la peor parte con 679 mil ocupadas menos que en 2019.
Segundo, en octubre, la inflación anual enfrentada por los pobres y los vulnerables fue de 5,5% y 5,6% respectivamente, mientras que para la clase media fue 4,7% y para los hogares de ingresos altos 3,5%. Tercero, de acuerdo con la encuesta Pulso Social del Dane de septiembre, en 23 ciudades, escenario principal del aumento de la pobreza monetaria el año pasado, todavía se observa un 22% de jefes de hogar que en el 2019 comían tres veces al día y que reportaron haber bajado a dos. Cuarto, según la misma encuesta Pulso Social para 23 ciudades, el 24% de los jefes de hogar en pobreza no estaban vacunados a pesar de estar dispuestos a ello, mientras que en los no pobres este porcentaje fue 10,9%; de otro lado, los jefes de hogar en pobreza con dos dosis (o monodosis) fueron el 49,2% y en los no pobres 69,7%.
Quinto, mientras que el 72% de los jefes de hogar en pobreza considera que, después de comparar su situación actual con la de hace un año, no tienen mayor posibilidad de comprar ropa, alimento u otros bienes; en los no pobres el porcentaje es 58%. Si la reactivación fuera una pelea de boxeo contra el choque de la pandemia en el bienestar, con el rebote del crecimiento le propinamos un golpe acerado en la mandíbula, algo así como un uppercut de carátula de revista, pero cuidado, aún nos va ganando por puntos y todavía estamos lejos de ganarle por knock-out.
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