La noche del 29 de octubre de 2012, cuando el Huracán Sandy golpeó la costa este de Nueva York, Deanna Mulligan, en ese entonces la CEO de la empresa de seguros Guardian, se encontraba en su casa ubicada en un suburbio de la ciudad, vivía en “una casa vieja rodeada de árboles viejos”, según lo que ella le dijo a Harvard Business Review; de tal forma que cuando el huracán azotó las paredes de su casa, fue suficiente con que se resguardara junto con su perro debajo de una mesa para estar a salvo. “Pero estaba menos preocupada por mí que por los miles de empleados de Guardian que vivían en Nueva York y Nueva Jersey, en los alrededores de nuestra sede del Bajo Manhattan”, escribió.
En la mañana del 30 de octubre se encontró con que la oficina principal de Guardian estaba prácticamente destruida. Dos días después su equipo de crisis logró diagnosticar a todos los empleados. Aunque el panorama que observaron fue desolador, pudieron desplegar un sistema de ayudas que incluyó arriendos temporales, generadores de energía y hasta transferencias en dinero para gastos de emergencia. Y por más que Mulligan hubiera dedicado hasta entonces su vida profesional a proteger a las personas de los eventos catastróficos en su ciclo de vida, fue la estela de destrucción que dejó Sandy sobre su equipo de trabajo el punto de giro de su visión empresarial. Tres estrategias marcaron los surcos de acción de la CEO: la transformación digital de la empresa para no volver a depender de la ubicación de sus sedes, la incursión en el mercado de clientes de economía colaborativa y una estrategia de bienestar para sus empleados. “Nos comprometimos entre nosotros a ser vanguardia en áreas que iban desde la diversidad, la equidad y la inclusión hasta llevar servicios a la economía gig”, dijo. La historia de los trabajadores de Guardian se queda corta si se le compara con los efectos del choque covid-19 en los asalariados formales de Colombia. Según estimaciones de Inclusión SAS con base en la GEIH del Dane, entre 2019 y 2020 el porcentaje de asalariados formales en situación de pobreza o vulnerabilidad en el país pasó de 34,2 % a 38,8 % y en las 23 ciudades capitales escaló de 29% a 35%. Dicho de otra forma, casi 4 de cada 10 asalariados formales de Colombia es pobre o tiene alto riesgo de caer en pobreza. Es cierto que las empresas no sustituyen a los programas sociales estatales, pero esta crisis puede ser el punto de giro para que los empresarios contemplen una nueva estrategia de gerencia que sea capaz de poner en el centro de su operación el bienestar de sus trabajadores y encontrar por esta vía la intersección con sus objetivos de elevar productividad y aumentar ganancias. Después del paso del Huracán Sandy, Deanne Mulligan logró llevar a Guardian por una senda de una década de crecimiento en activos, a multiplicar por seis sus usuarios finales, a duplicar los ingresos operativos de la compañía y a que el 86 % de los empleados reconociera a la empresa como un gran lugar para trabajar.
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